“Un día sin una sonrisa es un día perdido“. Eso decía Charles Chaplin. Contando con que hay días en los que es más fácil sonreír que en otros, debes reconocer que merece la pena que esboces al menos una sonrisa. Aunque, si puede ser más de una, mejor. La razón más importante es una: por salud. La sonrisa es un poderoso gesto anti-estrés, además mejora las relaciones con los demás. Los días duros en los que no sientas ganas de sonreír, intenta hacerlo, aunque tengas la sensación de estar tomando una medicina amarga. Precisamente, es en los momentos difíciles cuando más necesitas de calma y de confianza, y ninguna “píldora” es tan efectiva como tratar de sonreír.
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