Prepárate para recibir el Año Nuevo y con él consagrar a Dios tu hogar
Siempre es hermoso comenzar el año en gracia de Dios, y como en toda fiesta, buscamos engalanar y hacer todo lo posible para vivir un año en compañía de Cristo.
El católico siempre se ha caracterizado por preparar con símbolos sus momentos, como por ejemplo, la ceniza que nos prepara para la cuaresma, el cirio Pascual que nos prepara para la Pascua, la Corona de Adviento que nos abre paso a la Navidad, y así una serie de símbolos que además de ser un adorno nos recuerdan nuestro ser como cristianos.
En diciembre no podía ser la excepción: la preparación para el nuevo año es una noche donde muchos esperan en familia las doce campanadas para realizar una serie de ritos. En la actualidad se conocen una y mil formas de “esperar el año nuevo”: que las doce uvas, que las maletas, que barrer la casa, que aventar monedas en la casa, poner objetos en el hogar, etc., desde lo más simple hasta lo más extraño, sin embargo, caemos de forma consciente o inconsciente en un agujero obscuro lleno de supersticiones poniéndolas incluso por encima de la Eucaristía y nos olvidamos de ir a agradecer al Señor por todo lo que nos ha dado y pedirle lo que necesitamos para el año que viene.
Las 12 velas y el agua bendita
Hay signos verdaderamente cristianos que muestran nuestra pertenencia a Cristo. Uno de ellos son las 12 velas, que nos representan la presencia de Dios con nosotros, un Dios que ilumina y que da calor en los hogares.
La tradición de las 12 velas consiste en consagrar nuestro hogar cada mes para que Dios esté presente; se debe encender cada veladora el día primero. Otro de los elementos que nos ayudan es el agua, no como un mero objeto, sino como un símbolo que nos recuerda nuestro bautismo. El agua ha de servir para bendecir nuestros hogares, para rociar cada rincón de la casa e invitar a Cristo a que siga siendo parte de la familia.
Bendición del hogar
Después o antes, según la costumbre o la posibilidad, de haber celebrado la misa y de haber bendecido el agua y las velas, nos disponemos en familia a bendecir este hogar, con la memoria de nuestro bautismo que nos recuerda nuestra pertenencia a Dios. En un momento de silencio pidamos personalmente la Bendición de la Santísima Trinidad y la intercesión de María nuestra Madre (mientras se rocía el agua bendita para consagrar el hogar a Dios se puede rezar un misterio del santo Rosario).
Ahora, después de recordar nuestro bautismo, pidamos a nuestro Padre único y trino, que sea la llama que alumbre este hogar en los momentos de oscuridad, y que su calor sea el que nos mantenga unidos, que sepamos afrontar las tribulaciones y vivir las alegrías siempre unidos (entonando un canto al Espíritu Santo se enciende la primera vela). Se termina con el rezo del Credo, recordando nuestra profesión de fe.
Buscando alguna manera de desearles una feliz Navidad me re-encontré con esta hermosa oración de Chloe West… hoy, víspera de Navidad, se las ofrezco de todo corazón… que el Señor les bendiga hoy y siempre…
Mi oración por ti esta Navidad
Por Chloe West
Hola. Me dirijo a ti con mucho cariño. Ningún regalo podría llenarte el corazón de tantas bendiciones como mereces. Por eso esta Navidad te ofrezco una oración: pido a Aquel que nos conoce a todos que te dé lo mejor de lo mejor. Como Él tiene un corazón de oro y sabe todo lo que necesitamos, desea darnos muchos tesoros espirituales.
En primer lugar, ruego por que tengas felicidad; no una felicidad motivada por algún acontecimiento o por una adquisición muy anhelada, sino una dicha profunda y constante que no dependa de que pase algo fuera de lo normal. La Biblia la llama “gozo”, y esa es mi oración por ti: que tengas un gozo que perdure aun cuando las circunstancias no sean las ideales.
Seguidamente, pido que tengas paz interior. No pienses: “¡Qué aburrido!”, porque no me refiero a una vida monótona, una sensación de vacío o una ausencia de actividad y estímulo. Quiero que tengas la tranquilidad de que todo está en manos de Dios y de que Él no va a permitir que te ocurra nada que entre los dos no puedan solucionar. Esa certeza te permitirá mantener la serenidad aun cuando estés trabajando arduamente o bajo presión. Se trata de una paz profunda que sólo puede proceder de nuestro Creador.
Mi oración estaría incompleta si no pidiera que no te falte fe. Hay quienes piensan que tener fe es cegarse a la realidad, pecar de optimismo y negarse a encarar los hechos. Pero la auténtica fe, la que yo te deseo, se basa en tres magnificas realidades: Dios, Su amor y Sus promesas. Por ella sabrás que Dios solo quiere lo mejor para ti y que tiene poder para materializarlo. Puedes adquirir esa clase de fe leyendo Su Palabra y descubriendo en tu corazón la seguridad de que es cierta. Esa es la fe que mueve montañas.
Pido a Dios que te ilumine, para que observes la vida que te rodea y luego alces la vista al Cielo y halles allí las soluciones, las explicaciones y la orientación que necesitas; que te dé prudencia, paciencia y fe en los demás, y te guíe en los momentos difíciles.
Por último, ruego que haya amor en tu vida: amor intenso, amor desbordante, amor paciente, amor prudente, amor tierno, amor divertido, amor emocionante, amor decidido, amor constante, amor fuerte, amor alentador, el amor de Dios en sus mil y un aspectos fascinantes.
Dios vino al mundo como un recién nacido precisamente por eso: para darnos felicidad, paz, fe, soluciones y, lo más importante de todo, amor.
Así pues, mi plegaria es que esta Navidad experimentes todo esto en mayor medida que nunca. Que des cabida en tu vida a ese Niño y Su mensaje, que recibas en tu corazón a Jesús, creas Sus promesas y descubras todas las maravillas que te tiene reservadas.
Pido todo eso para ti porque sé que Jesús quiere dártelo de todos modos, pues Él te ama, y yo también.