martes, 18 de junio de 2019

Amigo, tú no la merecías”. No la merecías.

“Un día la vas a ver, amigo, sonriendo como alguna vez lo hizo contigo, esperando mensajes que no saldrán del aeropuerto de tus manos, brillando como un puto sol ajeno a la distancia, riendo sin nada que le duela.

Va a estar más guapa, más libre, más contenta, y vas preguntarte por qué fuiste tan imbécil, por qué la dejaste llorando tantas veces, por qué le colgabas el teléfono en las discusiones, por qué preferías irte con tus amigos cuando peleaban, por qué la dejabas para después.

Un día la vas a ver, amigo, con un buen tipo que arregló tu desmadre, que sacó toda la basura que dejaste, que pegó todo aquello que rompiste, que tuvo los huevos que a ti te faltaron, que se dio cuenta de la suerte que era esa muchacha, y tú, lo notaste tarde.

Tu ego tratará de salvarte, vas a decir que aún te piensa, que fuiste lo mejor que tuvo, que no va olvidarte, que lo hace por despecho, pero no, créeme, ella ya está en otro mundo, ni siquiera cambió de pagina, cambió el libro completo.

Un día la vas a ver, amigo, con un cabrón que supo quererla, a ella y a todas las cosas increíbles que la formaban, y vas a cagarte, por haberle reprochado tanto, por haber sido tan duro, por actuar como un completo pendejo y olvidar que esa mujer te causó todos los nervios y todos los insomnios. 

La descuidaste y alguien más la encontró, perdida y con todas las luces fundidas, y aún así pudo verle magia. 

“Un día la vas a ver, amigo, sonriendo como alguna vez lo hizo contigo, esperando mensajes que no saldrán del aeropuerto de tus manos, brillando como un puto sol ajeno a la distancia, riendo sin nada que le duela.

Va a estar más guapa, más libre, más contenta, y vas preguntarte por qué fuiste tan imbécil, por qué la dejaste llorando tantas veces, por qué le colgabas el teléfono en las discusiones, por qué preferías irte con tus amigos cuando peleaban, por qué la dejabas para después.

Un día la vas a ver, amigo, con un buen tipo que arregló tu desmadre, que sacó toda la basura que dejaste, que pegó todo aquello que rompiste, que tuvo los huevos que a ti te faltaron, que se dio cuenta de la suerte que era esa muchacha, y tú, lo notaste tarde.

Tu ego tratará de salvarte, vas a decir que aún te piensa, que fuiste lo mejor que tuvo, que no va olvidarte, que lo hace por despecho, pero no, créeme, ella ya está en otro mundo, ni siquiera cambió de pagina, cambió el libro completo.

Un día la vas a ver, amigo, con un cabrón que supo quererla, a ella y a todas las cosas increíbles que la formaban, y vas a cagarte, por haberle reprochado tanto, por haber sido tan duro, por actuar como un completo pendejo y olvidar que esa mujer te causó todos los nervios y todos los insomnios.

La descuidaste y alguien más la encontró, perdida y con todas las luces fundidas, y aún así pudo verle magia.

Amigo, tú no la merecías”.

No la merecías.



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